“Aun cuando yo me hay perdido en la memoria
de los hombres, tirado en el rincón siniestro
de un armario lo mismo que un frasco viejo, sucio,
polvoriento, decrépito, viscoso y quebrado,
yo seré tu ataúd, oh amable
pestilencia,
y de tu virulencia y tu fuerza testigo,
oh querido veneno compuesto por un ángel,
¡oh licor que me roe, oh mi muerte y mi vida!”
Charles Baudelaire