No era bonito verla revolcándose en la sala. ¿Qué podía hacer? Ni modo que intentar detenerla. Cuando Alejandra tenía sus ataques era imposible hacer eso.

Según ella inició una noche cuando su padre regresó de la taberna. Ella me cuenta que estaba tan ebrio que no diferencio a su hija de su mujer. Y de allí el trauma.

Yo la verdad no le creo nada. Porque ha vivído casi toda su vida cerca de mí y todo este tiempo su madre ha dicho que de hecho ella no tiene papá. Dice que ella lo inventó para dar una excusa a sus dramatismos y que es muy malo que lo siga haciendo. Además, la idea de Alejandra siendo abusada nunca me ha pasado por la cabeza. Cuando le comento acerca de mi escepticismo de sus palabras, ella gira la cabeza de lado a lado y me dice que no está hablando de ella en particular, sino de otra Alejandra que nunca conoceré y que a la vez conozco con la misma antigüedad que ella misma. Yo simplemente no me esfuerzo en entenderlo porque según mi entender sólo existe una Alejandra en mi vida.